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octubre 12, 2022
Fecha: 6 de enero de 2011
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ENSEÑAR A CONTROLAR LOS IMPULSOS A UN NIÑO PEQUEÑO
Por T. BERRY BRAZELTON, M.D., y JOSHUA SPARROW, M.D.
c.2011 T. Berry Brazelton, M.D., y Joshua Sparrow, M.D.
Distribuido por The New York Times Syndicate y reproducido con permiso de The New York Times Syndicate
El niño agarra el pisapapeles de cristal.
“Vuelve a ponerlo en el escritorio”.
Ensimismado con el objeto, el niño parece ajeno a las palabras de su padre. Sabiamente, el padre extrae el pisapapeles de los pequeños dedos. El niño cae en un montón en el suelo.
“No puedes tenerlo. Podría romperse”. Más sollozos. “Siento haber tenido que quitártelo. Pero cuando no puedes detenerte, tengo que ayudarte”.
Tras una violenta sacudida del pecho del niño, los sollozos comienzan a espaciarse.
“Podría romperse tan fácilmente. Eso también te pondría triste”. El niño mira a su padre a través de sus lágrimas. “¿Quieres un abrazo?” El niño extiende ambos brazos. Se ha olvidado del pisapapeles.
En algún momento de su segundo año, un niño pequeño descubre la causa y el efecto. Dejo caer el pisapapeles. Se rompe. Me subo a la mesa de café. Me caigo y me hago daño.
Hasta que se logre esta comprensión, un padre debe estar siempre presente para contrarrestar la falta de juicio del niño. Incluso entonces, el niño tendrá problemas para utilizar su conocimiento de la causa y el efecto para guiar su comportamiento cuando sus impulsos se impongan.
La disciplina a esta edad es la enseñanza gradual del control a este joven manojo de impulsos. El control de los impulsos no se aprende instantáneamente. Los padres de los niños pequeños saben que este tipo de episodios se repiten innumerables veces cada día.
El padre con el pisapapeles probó la respuesta del niño sólo con palabras y rápidamente se dio cuenta de que las palabras no eran suficientes. Si hubiera repetido la petición varias veces, al niño le habría quedado cada vez menos claro que su padre lo decía en serio. Las palabras habrían perdido su potencial para mantenerse solas, como lo harán más a menudo en el próximo año. En cuanto las instrucciones habladas fueron desatendidas, el padre se acercó y recuperó el pisapapeles.
Si se hubiera detenido ahí, simplemente habría demostrado que tenía más control sobre la situación que su hijo. En su lugar, explicó por qué tenía que hacerse cargo. Luego le dio a su hijo un momento para relajarse antes de ayudarle a imaginar sus propios sentimientos si el preciado objeto se hubiera dañado. Lo más importante es que dejó a su hijo con la sensación de que un día sería capaz de controlarse a sí mismo.
La autodisciplina significa que el niño está motivado para controlarse a sí mismo porque es importante para él, no sólo para los demás. Habiendo aprendido la autodisciplina, el niño puede entonces equilibrar sus propias necesidades y las de los demás. Está sentando las bases del aprendizaje para los años venideros.
Pautas para el control de los impulsos
+ Primero llame la atención de su hijo. Mírele a los ojos para asegurarse de que se centra en su mensaje.
+ Deje claro que no puede actuar por impulso.
+ Si es necesario, impida físicamente que haga lo que le ha prohibido.
+ Cuando sea posible, ofrezca al niño una alternativa. “Puedes tener esto en su lugar”. Esta es una forma de enseñar a resolver problemas. Haga de la alternativa una oferta de “tómalo o déjalo”, no una negociación.
+ Simpatizar con la frustración o la decepción del niño. “Se siente terrible cuando no puedes tener lo que quieres”. No está enseñando al niño a renunciar a todos sus deseos y sueños, sino a retener los que no se pueden realizar. No se trata de enseñarle a que le gusten todas las reglas, sino de gestionar sus sentimientos negativos hacia ellas para que no le abrumen.
+ Ayúdele a entender por qué -en términos sencillos- su deseo no puede hacerse realidad.
+ Consuélelo y ofrézcale su fe en que puede aprender, poco a poco, a controlarse.
+ Cuando un día esté lleno de “noes”, encuentre algo a lo que pueda decir “sí”. Esto ayuda al niño a ver la disciplina como un acto de amor, no como una respuesta a algo “malo” en él.
+ No se tome el mal comportamiento de su hijo como algo personal, especialmente las pruebas repetidas. Si los ve como un ataque personal, está obligado a responder de la misma manera. En su lugar, busque lo que está tratando de aprender con su mal comportamiento, para que usted pueda responder con la enseñanza que necesita.
+ Comparta esta responsabilidad de disciplina, y de enseñanza, con los demás adultos en la vida de su hijo.
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